Salgo a la calle, veo los anuncios y árboles derrumbados por la ira del huracán (o lo que haya sido), los charcos que aún estan allí, las calles y banquetas sucias, ramas y tierra, lodo, plantas verdes, pero lo que realmente me perturba es la banderita ondeante en la antena del auto que pasa frente a mi... es septiembre. No hay mes más molesto que éste, cuando el patriotismo mexicano quiere salir a flote cual si fuese un partido de futbol.
Pues, después de muchas vueltas, se fue. Recuerdo que hace casi un año empezaron las "cosas raras", pactado por un libro, por lo que decidí que debía ser un libro lo que terminara el ciclo de las "cosas raras"... Pasé muchas horas caminando por las tiendas de telas buscando una naranja deportiva que hacía unos meses había comprado; no pensé que se fuese a acabar y menos aún que no existiera más de esa tela en ninguna tienda. Como pude, salvé el proyecto y de paso me compré unos bellos zapatitos de cerecitas (inspirados en mi vieja). Esa misma noche me vestí con el vestidito/blusa del huevo y me sentía bien genial, así como radiante. Las sospechas de los últimos meses fueron corroboradas. Como sea, cometí el gran error de creer que un buen matemático tenía que ser alguien con un vocabulario extenso, buena ortografía y conocimiento del mundo, en general,por lo que fui vencida por la ignorancia de las masas ante conjugaciones como "salís" y "haceslo". Llegó el último día y fue casi como siempre había sido, durante el tiempo de las cosas raras (e incluso antes), sólo que esta vez ya sabía que era el final. Me dijo que si tenía palabras finales y en realidad sí las tenía pero ya no valían la pena, así que negué todo. Es así como se fue para nunca más volver. Debo confesar que había algo distinto en todo, creo que una falla en mi plan perfecto. Sin embargo, no podía dejar de pensar. Así fue como, ese fin de semana, pensé en todo lo que se podía pensar, me hice preguntas y llegué a algunas respuestas, hasta que ya no pude correr más. Entonces dejé todo atrás, iniciando con mi cabello y mirando un nuevo horizonte con nuevas metas de las que ya hablaré después.
Por otro lado, mi madre nos decía cada año, cada san valentin que quizá fuera el último año de mi manina. Pasaron algunos san valentines antes de que sus palabras se cumplieran. La señora murió hace dos días, después de casi un centenario de vida. Quise darle el último a Dios a la señora cuya fuerza y entereza siempre admiré, pero yo no soy tan fuerte como ella y no pude pasar de la segunda fila de la funeraria. Me senté allí esperando el valor pero nunca llegó. En cambio llegó mi papá y se sentó allí junto a mí. En realidad no estaba sentimental, estaba aliviada de que mi manina por fin estuviese descansando, creo que vivía una especie de infierno estando encarcelada en su cuerpo débil, condenado a la vida sobre su cama. Lo que si me puso sentimental fue cuando mi padre me pintó la imagen de su muerte, preguntándome sobre si tendría el valor como para acercarme a su tumba... nunca le he contestado esa...
En fin, basta de mariconeces, hora de seguir con los problemas de térmica y, quizá, me de una vuelta por el dairy más tarde...
1 comentario:
cuando ya no queda nada mas que el apio...y un rebanada de jamon con queso.
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