martes, agosto 18, 2009

Recuerdo que una vez... I

Cuando era más chica, mi papá tenía una lamparita muy bonita. Era negra y de muy buena marca. A él le gustaba mucho y, como era de esperarse, no nos dejaba tocarla excepto en caso de emergencia (algo así como que se fuera la luz o que estuviéramos en el día del juicio final).

Por supuesto, en calidad de hijos, la tomábamos de vez en cuando. Particularmente un día no teníamos pilas para el gameboy o el control de la tele, y da la casualidad que las pilas de la lamparita eran compatibles con las que necesitábamos. No recuerdo exactamente si fue al sacarlas o al meterlas, pero la de más arriba se quedó atorada a la mitad...

Pánico! No podíamos desatascarla y sabíamos que mi papi se enojaría. Entonces a mi hermana mayor, Verónica, se le ocurre una "grandiosa" idea: cuando fuera a la UNO (actualmente UVM) la tiraría en la carretera (actualmente blvd. Mazón). Ciertamente yo no apoyaba eso porque yo adoraba esa lamparita, casi como mi papá, y deseaba que algún día me la diera. Así fue como, utilizando unas pinzas (no recuerdo si eran de mi papá o si de la Verónica) y dándole unos golpesitos de vez en cuando, logré sacar la pila y salvar el destino de la lamparita...

Años después, cuando la Verónica se fue de la casa, mi papá le regaló era lamparita a ella...

3 comentarios:

LanthanumHexaboride dijo...

JA!

Anónimo dijo...

Apruebo este post. Es digno de un blog. Aún asi parece que no puedes perder la costumbre de quejarte de algo en cada post que haces.
Suerte con tus exámenes.

LanthanumHexaboride dijo...

Quejarse es lo mejor...
Al menos es un desahogo inocuo. De esto a maltratar a otros en la vida 'real', o enfermarte por estres... mil veces preferibles las quejas y el tirar mierda contra todo.
[Lo ideal seria liberar todo el estres meditando, con programacion neurolinguistica, con ejercicio, y mucha recreación/fornicacion; pero nadie es tan ñoño ni tan afortunado...].

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